Tantramaster

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jueves, 17 de julio de 2014

Tao de la Inyaculacion



Eyacular o no eyacular… he aquí la cuestión en el Tantra

En respuesta a la cuestión de si eyacular siempre, eyacular sólo en ocasiones, o jamás eyacular, los diferentes maestros, caminos y tradiciones difieren unos de otros. Unos están en un extremo, otros en el otro, y otros se mantienen en un término medio. Cada cual responde según su punto de vista y según su estilo.


Para comenzar bien, diremos que las escrituras tántricas originales —en un lenguaje tan cifrado como profundo, sin dejar de ser deliberadamente poco serio— insisten y vuelven a insistir en un punto: "el semen no debe ser eyaculado", y además debe ser sublimado. Lo que el poeta tántrico Kukkuripada simboliza en que "no se puede guardar la leche en la vasija; el tamarindo del árbol es comido por el cocodrilo", es precisamente la reabsorción y sublimación del sukra o semen masculino. Estos, aunque irónicos, no son símbolos fortuitos, sino parte de una simbología tántrica tan específica y precisa como esotérica y secreta. Con respecto al criterio tántrico sobre la eyaculación masculina, Mircea Eliade sintetiza así el mensaje de muchos Tantras: "Tenemos que recordar que el maithuna no debe terminar jamás en una emisión seminal. […] En caso contrario, el yogui cae bajo la ley del Tiempo y de la muerte como cualquier otro libertino". (M. Eliade: Yoga, inmortalidad y libertad.)


Por su parte el gurú Pablo Elías Gómez Posse comenta: "El budismo tántrico y el taoísmo exigen el control absoluto de la eyaculación, que en principio no debería suceder jamás, mientras que los maestros indios la aceptan a veces". (P. E. Gómez Posse: El control de la eyaculación.) Y en otro artículo dice que "de ningún modo se trata de una renuncia, total y definitiva a la eyaculación. Esto se hace por etapas progresivas". (Posse:Orgasmo en masculino.) En este último artículo, Posse cita a Jolang Chang, quien comenta: "Me preguntan con frecuencia qué placer puedo experimentar si sólo eyaculo una vez de cada cien. En general respondo esto: No cambiaría ciertamente el placer intenso que yo experimento, por el vuestro. Los doce años durante los cuales me dediqué a ese placer vinculado al instante de la eyaculación son para mi largos años perdidos. Si mi interlocutor es un hombre, no puede poner en duda mi sinceridad; me verá apacible, feliz, con buena salud y siempre con ganas de hacer el amor. [...] Ahora puedo decir que el acto sexual sin eyaculación representa también la eliminación de una tensión, pero sin explosión. Es un placer que se traduce por un apaciguamiento y no por violencia, una fusión voluptuosa, sensual, y prolongada en algo más amplio y más transcendente que uno mismo. Es un sentimiento de comunión en un todo, no una separación; de unión estrecha y de participación, y no un espasmo individual y solitario que excluye a la pareja. No hay palabras para describirlo". (J. Chang: Tao de l'Art d'aimer.)


Barry Long, maestro serio si los hay, muchas veces dijo que su enseñanza era básicamente tántrica. En una ocasión escribió acerca de las dificultades iniciales que enfrenta todo hombre que intenta ganar control sobre su eyaculación, y cómo superarlas. Long dijo que "el momento en que él siente que no puede detenerse a sí mismo es el momento en que sí puede. Él no debe creer en este primer sentimiento de que el orgasmo es inevitable. No debe rendirse a él. Es un truco de la emoción reprimida que desea liberarse, parte del impulso animal a masturbarse o reproducirse. Cuando el sentimiento venga, él debe detener todo movimiento, permanecer completamente quieto, o retirar inmediatamente el pene de la vagina. Debe descubrir qué es lo mejor para él. […] Por favor no malinterpreten. El hombre no tiene que permanecer continuamente intentando evitar la eyaculación. Su conciencia está en la acción del amor, no en el posible resultado final. El orgasmo no debe ser visto como bueno o malo, necesario o innecesario, deseable o indeseable. El orgasmo viene cuando viene, naturalmente. Lo importante es que el hombre tiene que aprender a ejercer su autoridad o presencia sobre la excitabilidad o el pasado en él. Su eyaculación no debe ser un problema ni para él ni para la mujer." (B. Long: Making Love; Sexual love the divine way. Todas las traducciones del inglés son nuestras.) No hay contradicción entre amar sin rendirse a la eyaculación, y no  "permanecer continuamente intentando evitar la eyaculación". Cuando el hombre aprende a amar a la mujer, y él está realmente amándola en el sexo, la eyaculación deja de ser automática y él no tiene que ocuparse demasiado de no eyacular.


Sin embargo, Samael Aun Weor, maestro gnóstico y defensor por excelencia del coitus reservatus o coito sin eyaculación, es terminante en su respuesta a si eyacular o no: "Los textos Tántricos dicen que aún cuando el semen esté a punto de estar eyaculado el Yoghi debe retenerlo cueste lo que cueste, es decir, no se debe derramar el semen. […] No se debe eyacular el semen jamás en la Vida". Además dice: "En el occidente del mundo todo matrimonio puede practicar Maithuna sin usar esas difíciles posiciones del oriente del mundo". Y continúa con un comentario que a muchos interesará, pues es una de las dudas fundamentales a la hora de decidir si controlar o no la eyaculación: "Los tontos científicos [...] creen que ésta practica es dañosa y puede traer congestión de la próstata, uretra y vesículas seminales. Este concepto de tontos científicos es una solemne falsedad. [...] Nosotros los Gnósticos practicamos este acto sexual durante toda la vida y jamás hemos sufrido ni de la próstata, ni de la uretra, ni tampoco de las vesículas seminales". (S. A. Weor: Matrimonio, divorcio y tantrismo.) La enseñanza gnóstica de Samael se debe en alguna medida al budismo tántrico, una enseñanza milenaria de efectividad comprobada. Pero en la era actual, eminentemente científica y en que los médicos suelen usurpar la responsabilidad de las personas con respecto a su salud, muchas veces no recomiendan prácticas que vayan más allá del tradicional y anodino acto sexual de siempre. El primer acto de coraje para el control de la eyaculación consiste en vencer los propios prejuicios que se tengan acerca de que el propósito del sexo es la búsqueda de la eyaculación masculina.


Gueshe Kelsang Gyatso, maestro de Vajrayana o budismo tántrico, escribe: "El gran gozo espontáneo sólo se experimenta cuando, gracias al poder de la meditación, causamos que los aires internos entren, permanezcan y se disuelvan en el canal central y, como resultado, la gota blanca se derrita y fluya por el canal central" (G. K. Gyatso: Introducción al tantra). Para los adeptos del budismo tántrico, la "gota blanca" es el semen, y la "gota roja" es la sangre. Dentro de esta simbología tan típica del Vajrayana, "derretir" la gota blanca significa que no sólo hay que conservar el semen en el interior del cuerpo, sino que además es necesario transmutarlo, sublimarlo, espiritualizarlo ascendentemente a través de la médula espinal, impulsado por el más refinado gozo sexual. El modo de decirlo es simbólico, pero la vivencia es muy grata y real.


Rajneesh afirma que aunque no eyacules, el cuerpo continúa "produciendo esperma masculino. ¿Qué harás con el esperma masculino? No puedes seguir reteniéndolo porque no hay espacio suficiente; cuando está lleno, se debe expulsar. Y los espermatozoides tienen prisa por salir porque también quieren ver lo que pasa fuera. Así es como viniste tú al mundo y como vinieron todos los demás" (Osho: El libro del hombre). O sea que él está a favor de la eyaculación ocasional, aunque el resto del tiempo la mantengas bajo control para poder hacer el sexo bien. Respetamos el criterio de Rajneesh, pero es necesario acotar que no es cierto que el semen se acumule en sus reservorios al no ser eyaculado. Por experiencia decimos que el semen que no es eyaculado, es reabsorbido por el cuerpo de modo natural. (Para más detalles, ver la página Orgasmo sin eyaculación.) No obstante, nos parece que éste no es el criterio absoluto de Osho, sino solamente el resultado de que él no escribió libros sino que sólo dio charlas, hablando siempre directamente con quien estaba frente a él en concreto. Sus criterios sobre si eyacular o no fueron diversos, como podemos comprobar en la siguiente cita del mismo libro: "El acto sexual tántrico es, básicamente, diametralmente opuesto y diferente. No se hace para descargar. Se hace para permanecer en el acto sin eyacular, sin expulsar toda la energía; para fundirse en el acto".


En materia de si el sexo debe llevar o no a la eyaculación masculina, elKamasutra no tiene mucho que enseñar, pues mantiene una postura más o menos idéntica al sexo habitual de casi todos los occidentales, lo cual desde nuestro punto de vista no es algo imitable. Tal vez por esto elKamasutra ha sido tan célebre en Occidente. Allí se puede leer: "Los hombres simplemente se quitan el deseo […]. Esto resulta evidente porque los hombres, cuando realizan el coito, se detienen tras eyacular y están satisfechos, pero no ocurre lo mismo con las mujeres. […] La emisión de semen, que señala el final de la unión sexual, proporciona al hombre la liberación de su largamente buscado placer". (Mallinaga Vatsyayana: Kamasutra.) Son los mismos prejuicios que hacen que el coito fracase una y otra vez: el sexo se hace para complacer al hombre, lo cual significa que la mujer es siempre utilizada para, menos o más pronto, provocar la eyaculación masculina. Es mejor aprender a seguir nuevos caminos.


Aunque el Tao-Te-King —escritura fundacional del taoísmo cuyo autor es Lao-Tsé— dice que el adepto taoísta "posee la íntegra plenitud de su esperma", es de notar que dentro de la propia tradición taoísta posterior hay divergencias en cuanto a si eyacular o no. Mantak Chia, un maestro tailandés de sexo taoísta, escribe: "A lo largo de más de tres mil años, los chinos han reconocido que los hombres pueden alcanzar múltiples orgasmos retrasando e incluso reteniendo la eyaculación. […] La sexualidad masculina occidental sigue estando erróneamente centrada en el objetivo, inevitablemente decepcionante, de la eyaculación en lugar de en el proceso orgásmico de hacer el amor". (Mantak Chia y Douglas Abrams: El hombre multiorgásmico.) No obstante, Chia no rechaza la eyaculación, e incluso propone ejercicios para aumentar la cantidad de semen y aprender a eyacular con más fuerza, aunque también enseña a detener la expulsión de semen pero no el orgasmo. Sin embargo, otra había sido la opinión de algunos maestros taoístas del Medioevo.


La alquimia espiritual taoísta de la China medieval, dice que hay gente que "utiliza una presión física para impedir la emisión del semen durante el acto sexual, creyendo que eso es evitar la pérdida. No saben que la vitalidad debe ser estabilizada antes de que haya creado una sustancia concreta. Si esperas hasta que haya formado sustancia e intentas detenerla entonces, es posible que no se emita el semen, pero la energía espiritual se ha perdido hace mucho tiempo" (Alquimia espiritual taoísta, antología de textos clásicos y versión de Thomas Cleary). Esta técnica de hacer una presión con un dedo sobre el perineo (sobre la próstata en realidad) para detener la expulsión del semen en el momento del orgasmo, se ha popularizado en Occidente bajo el nombre de presionar sobre "el punto de un millón de dólares". Es una práctica útil en los comienzos, pero en verdad no tiene mucho alcance para quien desee ir más allá en el conocimiento de lo sexual. El proceso que la alquimia taoísta llamaba emisión del semen, hoy es dividido por la ciencia en dos fases: "fase de emisión" y "fase de expulsión". Quienes nos adentramos en el conocimiento sexual, debemos saber que la eyaculación y el orgasmo son dos cosas distintas, y que la eyaculación tiene estos dos momentos: primero se emite el semen: las varias sustancias que lo componen salen de sus respectivas glándulas y se mezclan en la zona más profunda de la uretra; y luego se expulsa el semen al exterior mediante fuertes contracciones musculares involuntarias. Cuando la eyaculación ha llegado a su fase de expulsión, ya casi no vale la pena detenerla: no hay ganancias reales. No tiene poca razón la alquimia espiritual taoísta al decir que detener la expulsión del semen no vale la pena. No obstante, nosotros recomendamos que esta técnica puede ser valiosa para comenzar, siempre que se tenga perspectiva de ir más allá, a la detención consciente del semen —sin técnicas manuales ni musculares— y a su sublimación o retorno. La ciencia llama a esto "reabsorción", y es lo que ocurre con el semen que no se eyacula, ya sea debido a, por ejemplo, una abstinencia prolongada, o a una vasectomía. La alquimia espiritual taoísta va aún más allá: dice que la iluminación espiritual mediante el sexo, consiste en que la sustancia, el semen, ya no se forme aunque el acto sexual sea muy frecuente y el placer sea muy intenso. (Para más detalles sobre estos temas, ver la página Orgasmo sin eyaculación.) La conservación de la energía seminal es la fuente de la longevidad —incluso de la inmortalidad, según los taoístas—, y es la causa de que a muy avanzadas edades hombres y mujeres puedan disfrutar del sexo, con mucha más intensidad que los jóvenes que practican el desgastante sexo habitual con eyaculación.


Como se puede comprobar, las opiniones parecen ser muy diversas con respecto a si en el camino del sexo espiritual se debe o no eyacular. El propio hombre que decida seguir este camino, debe elegir cuál punto de vista asumir en dependencia de lo que ahora le siente mejor, y de lo que le vaya sentando mejor durante la práctica. Es decir, que decida no en teoría, sino según compruebe en la práctica. Nosotros siempre le recomendamos que en caso de que decida no eyacular nunca, se dirija a ello gradualmente, en primera instancia sin detener inmediatamente un hábito tan arraigado como es el de eyacular. Lo cierto es que todas las propuestas o puntos de vista de los maestros, caminos y tradiciones en realidad constituyen niveles de desarrollo, y que todos los niveles se van alcanzando poco a poco según el hombre evoluciona en su camino. (Ver además la sección EJERCICIO PARA EL CONTROL DE LA EYACULACIÓN.)

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