Después de eyacular,
el hombre está fatigado, las orejas le palpitan, los ojos le pesan y aspira al sueño. Tiene sed y sus miembros están inertes y anquilosados. Durante la eyaculación encuentra un breve
instante de alegría pero vienen luego largas horas de cansancio. Eso no es una verdadera voluptuosidad. Si al contrario, el hombre controla y reduce su eyaculación al mínimo, su cuerpo se verá fortificado, su espíritu enriquecido, su oído será más fino y su vista más penetrante. Incluso si se ha privado del placer que le procura la eyaculación, el amor que siente por la mujer crece. Es como si jamás pudiera poseerla suficientemente. ¿Y cómo negar que ésa es una voluptuosidad infinita?."
— Peng Tsu, principal iniciadora del Emperador.
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