PRODIGIOSA CURA DE EYACULACION PRECOZ SIDERAL!!!Hace… Los recuerdos que tengo de la eyaculación precoz se remontan a lo largo de mi vida como una pesadilla llena de miedos. Siempre piensas que la próxima vez no sucederá, no pasará… Y sucede: eyaculas antes de tiempo. Casi como los animales, que eyaculan por contacto. Y quieres pensar que te vas a curar por arte de magia, que lo que te sucede es pasajero… Y no es así: es el miedo, el terror, el horror a reconocer como hombre que tienes una disfunción que hace que te deprimas, que te encierres en ti mismo, a la hora de enfrentarte a una mujer, sexualmente hablando. O sea que lo primero que hay que hacer es reconocer el problema: Quizás no te cures jamás, pero sí que puedas controlar ese estímulo para siempre, que viene a ser lo mismo. Entonces la vida, tu vida es otra.
De vez en cuando (sobre todo tras algún fracaso, que eran frecuentes), se me ocurría mirar cosas, publicaciones, informarme…, pero como si la cosa no fuera conmigo. Y así durante años; viviendo a medias, escondido en mi mentira, en mi impotencia, por llamarlo de algún modo (y quizás realmente la eyaculación precoz vaya muy ligada a cierta impotencia). Por fin decidí atacar, coger el toro por los cuernos, empezar a informarme de verdad. Pero…,¡ay!, y aquí viene lo peor, y es que hay muy pocas personas que sepan verdaderamente sobre el tema. Todos hablan, bla.., bla.. No tienen ni puta idea. Doctores que te sacan el dinero, urólogos que te drogan con antidepresivos o polvos para ratas…, sexólogos que desconocen el tema y te vuelven a sacar el dinero… Unos hablan de la técnica de Kegel como la panacea; otros de unos masajes en el glande y unas dosis de un producto; algunos de que te compres una vagina artificial en un sex-shop… Y el tiempo transcurre y vas de mal en peor, más deprimido que nunca, no viendo la luz al final del túnel en el que te hayas… Pero como ya lo tienes asimilado y no te da vergüenza reconocer tu disfunción, sigues pensando que allá a lo lejos aparecerá un rayo de luz, un fogonazo… Tienes la esperanza que saldrá el arco iris…Y te dices: -“Mientras la luz…”. Y entonces la luz se hace realidad y por fin aparece la Eminencia, el Maestro, el Amigo, el hombre que te susurra al oído como Robert Redford le susurraba a los caballos: Norberto.
Hasta llegar ahí, es decir al maestro, pasaron casi 14 meses de error en error. Y a pesar de dar con él, todo no es un camino de rosas, no es fácil. Empiezas, retrocedes…, no lo llegas a ver con claridad… El maestro te corrige, te regaña, te ayuda, te repite y te repite la palabra mágica (apnea, apnea…).. Tú lo intentas, vuelves a ver vídeos del maestro, a leer cosas sobre el pranayama, la apnea… Y durante un tiempo sigues viviendo en la oscuridad… Y así hasta que un día se hace la luz de nuevo, el resplandor…, y te conviertes en un nuevo guerrero. Eso fue exactamente lo que me sucedió a mí.
Un buen día, cuando llevaba casi dos meses de la mano de Norberto, siguiendo sus pautas, sus indicaciones…, conseguí comprar dos cajitas el remedio que me ensenio (que recomiendo encarecidamente),y comencé la masturbación tántrica, haciendo antes de comenzar 5 apneas largas (tienen que ser de unos 40 minutos pero yo suelo aguantar treinta y tantos…), y luego otras tantas mientras el acto de masturbación… El Remedio te ayuda a estar más erecto y, yo diría, más seguro. Luego también he de decir que estaba concienzado, quería curarme… Lo tenía claro, clarísimo… Cabeza atrás, ojos en blanco, lengua al paladar… Comencé y… Casi 26 minutos sin eyacular… Y creo que podría haber seguido más tiempo, pero, la verdad, necesitaba por fin darme un homenaje, hacerme un regalo a tanto sufrimiento. Salté de alegría… Estaba eufórico… Había traspasado la barrera. Pero, ¡ojo!, no había que bajar la guardia. Yo tenía que seguir diciéndole a mi cerebro NO, NO… O sea, cuándo y cómo hay que eyacular… Yo tenía que seguir con todos los ejercicios hasta que pudiera verdaderamente controlar. Si controlas, estás curado. Así de tajante lo digo. Y a partir de durar unos quince minutos, ya no eres un eyaculador precoz. Bien. Pero aquí no acaba la historia. Entonces vino lo mejor. Ocurrió que…
Al día siguiente, sin pensarlo o planificarlo, la chica con la que antes yo salía me llamó para quedar (he de decir que esta chica es una de esas a las que Norberto, el maestro, llama PPP, o lo que es lo mismo: preparadas para putearte). Estábamos en un bar y me dijo que se venía a dormir conmigo. Yo llevaba tomada la tercera pastilla del remedio (se debe de tomar una cada cinco días y durante no más de dos meses, porque es acumulativa)durante el trayecto a mi casa (cada cual iba en su coche), yo ya iba haciendo ya apneas… Al llegar, ella se duchó. Y después lo hice yo. Precavido, me puse el chorro de agua fría en el escroto o los testículos durante un minuto y medio. Y me metí en la cama. Yo estaba hecho un súperman, muy excitado. Me puse encima de ella y estuve unos cinco minutos. Después le entre por detrás en su sexo y estuve unos once minutos. Ella llegó al orgasmo. Yo no. Después ella se tuvo que subir encima de mí en plan salvaje para que yo pudiera terminar y llegar al orgasmo. Me sentí un rey con trono y corona de diamantes. Y creo que si llegué al orgasmo, fue porque me apetecía, pero si hubiera seguido haciendo apnea, hubiera durado más. Ese fue el primer round. Eran la cuatro y 34 de la mañana. El segundo vino a las 6.40. Y entonces fue tremendo. Nos calentamos tocándonos durante varios minutos, ella lamió mi pene, le volví a entrar por detrás en su sexo, llegó al orgasmo y yo no después de catorce minutos, y para poder terminar o llegar, me lamió frenéticamente, me masturbó, y luego se volvió a subir encima de mí de nuevo… Llevábamos más de treinta minutos, cuando eyaculé de nuevo. El tercer acto fue sobre las 9 de la mañana, después de desayunar. Ahí ya decidí no ir, no llegar, una vez que ella ya había llegado a su tercer orgasmo en pocas horas. No necesitaba demostrarme que yo podía ya controlar la eyaculación para poder estar con la mujer más dura del mundo. Me sentía… Casi volaba… Y estaba deseando que se fuera la chica para correr al teléfono y contárselo al maestro. Y mientras se lo estaba contando, no sé quién era más feliz, si él o yo. Porque claro, el Maestro ya no era sólo el Maestro, era mi amigo que me había guiado hacia la luz. Y ahora ya puedo ver otro horizonte. Gracias, Norberto.
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